Papeles de paz
“La antigua máxima según la cual necessitas legem non habet (la necesidad no tiene ley), afirma que el estado de necesidad, sobre el cual se funda la excepción, no puede tener forma jurídica, sino que la definición misma del término se hace difícil, ya que se sitúa en el límite entre la política y el derecho”2.
Giorgio Agamben.
Difícil es no escribir alrededor de la emergencia humanitaria resultado de la pandemia del COVID-19; y, al parecer, es aún más difícil no posicionarse sobre algún deber ser de los políticos a nivel global desde la esfera de lo digital. La suma del aislamiento más la comunicación basada en redes sociales de internet están dando como resultado una nueva pandemia como no habíamos tenido antecedente, con contenidos que también deberíamos llamar pandémicos. El presente texto pretende narrar desde un enfoque muy particular cómo el horizonte de las acciones humanitarias está en un riesgo de viabilidad.
No hay el día de hoy una certeza a nivel global sobre el trabajo humanitario que requiere el contexto. Se está construyendo a un paso que la misma dinámica humana ha superado. Estamos en una frontera humanitaria ─ética y de vida─, donde distintas poblaciones que ya estaban en emergencia antes de la pandemia se encuentran en una situación de mayor exposición al riesgo, y que replantea el actuar de las personas que asumimos el concepto de trabajadores humanitarios; mientras que, desde el otro lado del privilegio, es innegable que la concentración de la riqueza sigue dominando el acceso a derechos y a la dignidad humana.
La consecuencia humana de los fines de estas dos sociedades es hoy más cruel de lo que había sido anteriormente. Si bien las guerras, los desastres de origen natural y las diferencias étnico-raciales habían sido un fundamento para accionar respuestas humanitarias en los siglos anteriores, hoy la humanidad se está cuestionando y debatiendo, aún sin ver el fondo, entre sacrificar a un cuatro o cinco por ciento de la población sobrante y, por otro lado, confrontar un modelo económico global que nos dinamizó e instalo en una desigualdad, aparentemente irrompible.
Casi el cien por ciento de las personas que hace un par de meses requerían asistencia humanitaria y acompañamiento en temas de desplazamiento forzado, hoy lo siguen necesitando; es más, sin temor a exagerar, podría señalar que, desde hace años, en algunos contextos no es posible que las personas a corto plazo sobrevivan sin alguna acción humanitaria complementaria. Lo que estamos viviendo hoy está alejando cada día más a las personas desplazadas, de lograr su propósito y derecho de gozar y ejercer una vida en dignidad.
En México, la población en desplazamiento forzado se ha sumado en su mayoría a la alta desigualdad que existe en un país que se ha ido derrumbando en las últimas décadas, y no será de extrañarnos que, frente al pánico que está generando la cercanía humana y la otredad, empiecen a manifestarse expresiones xenófobas y de rechazo a personas que socialmente se emparejan más a la mayoría de la población mexicana, que aquellas personas que han ido generando una ruta de transmisión de un virus como el COVID-19, que en México ha sido un extracto social medio-alto y alto, en los primeros contagios.
Hoy el contexto global y nacional todavía nos deja ver una débil esfera jurídica y política, donde los niveles de control, la comunicación y los flujos se están restringiendo y regulando por los gobiernos, de manera que, ahora justificadamente, regulan las libertades de las comunidades, en una narrativa de bien común. Vislumbrar que en los próximos meses las personas que ya se encontraban en desigualdad recrudecerán su situación derivada de una disminución de ingreso económico, no es una predicción; ha sido más bien una tendencia. Entonces, esta esfera se fracturará desde uno de los pilares liberales: el dinero.
Esa fractura esencial, como lo refiere el mismo Agamben, será la primera consecuencia real del inicio de un estado de excepción, donde, más allá de la salud, se llevará a un nuevo límite al modelo económico y al mecanismo de sobrevivencia de más de la mitad de la población a nivel global. En la historia del trabajo humanitario siempre se ha tenido por enemigo una causa determinada y acotada; en este momento, se están acumulando más de una, lo que nos cuestionará a mediano plazo los alcances de la acción humanitaria global.
Notas:
1 El autor es director general de Programa Casa Refugiados A.C. y maestro en Derecho.
2 Agamben, Giorgio (2014). Estado de excepción. Buenos Aires, Argentina: Adriana Hidalgo Editora, pág. 25
IMAGEN: Gerardo Talavera.
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