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Salimos casi a las seis para agarrar la baronesa. No había oscurecido. Antes de cerrar la casa, traté de mirar rápidamente cada rincón para guardarlo para siempre en mi memoria. Yo había crecido ahí, y en un solo día pasó de ser el hogar de una bonita familia a paredes sin alma.
Pero primero, honor a quien honor merece: recordemos de forma cronológica algunas partes de este camino en común del COI, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR o UHNCR por sus siglas en inglés) y el creciente número de deportistas bajo este paraguas.
Es entonces que, ante estos posibles escenarios, en Casa Refugiados queremos acompañar a personas en condición de desplazamiento forzado en el desarrollo de su proyecto de vida, para contribuir, como agentes de cambio, en la construcción de paz.
Hay unos 180.000 niños sirios obligados a trabajar en el país. En las familias refugiadas, el 75 % se salta alguna comida por falta de dinero. Ya no sé ni qué escribir para enseñar y mostrar la gravedad de la situación, la vulneración de los derechos humanos, la falta de esperanza.
Si bien las guerras, los desastres de origen natural y las diferencias étnico-raciales habían sido un fundamento para accionar respuestas humanitarias en los siglos anteriores, hoy la humanidad se está cuestionando y debatiendo, aún sin ver el fondo, entre sacrificar a un cuatro o cinco por ciento de la población sobrante y, por otro lado, confrontar un modelo económico global que nos dinamizó e instalo en una desigualdad, aparentemente irrompible.
Esta gran movilización ocurre en un momento de efervescencia de movimientos sociales y de expresiones de descontento en distintas partes de América Latina.
El Libro Club Alaíde Foppa – León Felipe ha sido un encuentro con esa historia compartida de quienes viven la añoranza de un país lejano, un espacio de intercambio cultural y lúdico, en donde hemos reflexionado en torno a la compleja situación que rodea la realidad de las personas migrantes…
Nuestra Casa no está terminada; es más, no aspiramos a poder mirarla terminada, sino a mantener nuestra apuesta y esfuerzos en torno a la construcción cotidiana y permanente que, sin embargo, nos permite ya, habitarla y compartirla…